El Real Madrid se deja empatar en Moscú.

PRIMERA PARTE: (0-1)

   El conjunto blanco saltó al césped con la misión de dominar desde el comienzo. Sin embargo, la primera gran ocasión fue para el CSKA, esta ocasión, hizo reaccionar al conjunto de Mourinho.
   Los blancos se pusieron manos a la obra, pero Benzema, tuvo la mala suerte de lesionarse a los 15 minutos. Mourinho tuvo que dar entrada a Higuaín, pero el Madrid siguió dominando y acercándose poco a poco sobre la portería del contrario.
   Precisamente, Higuaín protagonizó la primera ocasicón en el minuto 17, una jugada de tiralíneas fue finalizada con un disparo de Higuaín desde la frontal, que despejó Chepchugov y cuyo rechazo fue recogido por Khedira, que volvió a encontrarse al meta ruso que envió a córner.
   Fue el primer aviso de los de Mourinho, que no tardaron en marcar el primer gol del encuentro. En el minuto 28 (Coentrao centró desde la banda izquierda y el balón, tras no ser despejado en un claro fallo de Schennikov, le llegó a Cristiano que de primeras y con la izquierda consiguió batir a Chepchugov).
   El gol le dio mucha más tranquilidad al combinado madridista. 

SEGUNDA PARTE: (1-1)

     Tras la reanudación, el Madrid siguió dominando el encuentro. Así llegó las dos primeras ocasiones, por Callejón en a penas un minuto. 
   El Madrid pudo aumentar su renta, con una gran ocasión de Cristiano (que aprovechó un pase en largo de Xabi Alonso pero que en el mano a mano no supo definir bien ante Chepchugov).
   No fue la última ocasión que tuvo el portugués, ya que en el minuto 84, el 7 del Madrid lo tuvo todo para marcar el segundo (pero su disparo salió incomprensiblemente desviado por la derecha de la meta rusa). En el último minuto del encuentro, el CSKA botó una falta lateral y tras una serie de rechazos, el balón le cayó a Wernbloom que, con su pierna derecha, batió a Casillas, acto seguido finalizó el encuentro con el empate a uno final.
 Con este resultado, el cuadro merengue encara la vuelta de los octavos con cierta ventaja, pero con la sensación de haber podido prácticamente sentenciar la eliminatoria.